Conceptos que parecen linces.

¡Hola a todo el mundo!

Para empezar esta entrada, voy a citaros la definición de la palabra "empatía" de conformidad con la RAE. Según la primera acepción, significa el sentimiento de identificación con algo o alguien. Según la segunda acepción, la palabra que nos ocupa haría referencia a la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

No hago más que pensar en esta palabra desde hace ya un tiempo largo. Un tiempo largo para mí son varios años. Esto se debe a que, bajo mi punto de vista, a este vocablo le está pasando lo mismo que al lince. Que está en peligro de extinción o más que al vocablo, más habría que referirse al concepto del mismo.

No me considero una persona que destaque por algo en concreto. Creo que soy bastante normal. Lo que sí me estoy dando cuenta es que manteniéndome en ciertos aspectos dentro de la normalidad, la sociedad que me rodea se va moviendo a bloque en uno o en otro sentido y, claro está, me veo situado en una posición extrema o por un lado o por otro cuando yo me he mantenido siempre en el mismo lugar. Voy a intentar explicarme.

Por ejemplo, y esto os prometo que me pasó de verdad, iba un buen día dando un paseo por una calle bien céntrica de mi ciudad y un hombre se cayó. Una buena costalada. Yo lo vi a una cierta distancia y entre el punto de la caída y mi posición habría, no sé, puede que unas quince personas. La calle, además de céntrica, es peatonal, con lo que había un montón de gente. Supuse que cuando llegase yo al lugar donde el hombre se metió la galleta ya le habrían socorrido, pero cuál fue mi sorpresa cuando llegué a dicho punto y nadie se había dignado en preguntarle ni tan siquiera qué tal se encontraba.

De verdad que no me creo un héroe por haber sido yo el que ayudase a este señor a recomponerse y que continuara con su marcha. De verdad que no estoy intentando decir que yo soy un tío cojonudo y el resto de la humanidad verdadera ponzoña, en serio que no. Pero el hecho cierto es que todo sucedió tal cual lo cuento.

Pasados los años, resulta que un día lluvioso en el que yo circulaba con mi bicicleta de camino al trabajo, me caí en el mismo sitio en el que se dio el golpe aquel señor. En el mismo punto tal cual. Me metí una buena galleta también. De hecho, tengo una cicatriz en el dedo meñique de la mano derecha que atestigua tal situación. Me levanté rápido porque no quería alarmar demasiado a la gente que venía a socorrerme. Me puse en pie y dije en voz alta..."¡estoy bien, estoy bien!". Pero resulta que se lo estaba diciendo a la nada más absoluta porque nadie vino a ver qué tal estaba o por qué estaba sangrando por una mano.

Insisto una vez más. No me creo un súper héroe social, ni la mejor persona del mundo ni nada de eso. Como todos, tengo mis claroscuros. Sencillamente me creo una persona normal y corriente. El problema es que me da la sensación de que todas esas cosas que antes dábamos por supuestas, a día de hoy ya no son tan habituales. Son linces sociales en cuanto a su peligro de extinción se refiere. El dejar salir antes de entrar, el gracias, el por favor, el buenos días, buenas tardes y buenas noches. Ya sabéis. Toda esa mierda.

Con todo lo que estamos viviendo en estos duros tiempos de pandemia, me parece a mí, al menos es mi sensación, de que a la sociedad en su conjunto se le están viendo las costuras y ya no me estoy refiriendo a problemas políticos, sanitarios, económicos ni cosas tan "macro". ¿De verdad que te vas de botellón frente a un hospital donde trabaja toda esa gente a la que meses antes aplaudías a las ocho de la tarde porque no tendrías otra cosa mejor que hacer? ¿De verdad?

Pero ya no vamos a pensar en esos extremos que por evidentes son aún más lamentables. ¿De verdad que aunque a día de hoy se permita viajar entre comunidades por temas políticos, tú que sabes que seguimos teniendo un virus entre nosotros, no puedes por más que irte a la otra punta del país? ¡Es que acabo de venir de dar un paseo y hacer cuatro compras y no había más que gente de Madrid por la calle!

Volviendo al tema inicial de esta entrada, que os recuerdo que empezó definiendo la palabra "empatía", creo que el espíritu de ese vocablo está bastante pisoteado, apaleado y olvidado porque de tenerlo todos presente no veríamos ni la mitad de sandeces que se ven por el mundo. Ya no sólo hay que fijarse en todas las cosas producidas por las derivadas de la pandemia. 

Por ejemplo en asuntos laborales, ¿quién no conoce rencillas dentro de los comités de empresa que dan como resultado absolutas tomaduras de pelo para el sentido común? Conozco de primera mano el caso de que se ha propuesto en un comité el pedirle a la empresa una subida salarial para todos y cada uno de los empleados de la empresa y un grupo sindical vota que no a esa propuesta porque han decidido significarse en contra de todo lo que diga otro de los sindicatos miembro del mismo comité. Es la puesta en práctica de ese chascarrillo que dice que para que se joda el sargento, no como.

Hay tantas situaciones en torno a nosotros que son rocambolescas que son prácticamente innumerables. Situaciones que vistas con un poco de perspectiva son desde absurdas, pasando por injustas, tristes y un largo etcétera. ¿Qué me decís de los tremendos beneficios de los bancos mientras al mismo tiempo no hacen más que presentar ERE's para despedir a un número muy grande de sus plantillas? Personas que van a tener que ir al paro después de que a los bancos se les inyectase una cantidad de dinero tremenda (dinero público, es decir, de todos) y que no van a devolver, cosa que en principio se comprometieron a hacer. 

No sé. Son cosas que miro yo desde mi atalaya de normalidad y me echo las manos a la cabeza. Y me encuentro en una atalaya, en mi refugio, sin muchas ganas de formar parte de toda esta vorágine de sinsentidos que me ponen de muy mal humor. Para mantenerme dentro de la normalidad tengo que ponerme el chubasquero por si algo me salpica y me moja y, sobre todo, ponerme a cubierto porque lo que hay a fuera en muchas ocasiones me da bastante asco. 

En fin. Cosas que veo desde mi refugio. En próximas entradas os enseñaré algún telar que guardo aquí adentro.

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